Los profesionales especializados en resolución de conflictos
(por ejemplo, técnicos en mediación, abogados o terapeutas de pareja) emplean
con frecuencia una técnica psicológica,
simple pero sorprendentemente eficaz, denominada FRAGMENTACIÓN. Como veremos en esta entrada, dicha técnica resulta
también de gran utilidad para nosotros, pues puede ayudarnos a desatascar
aquellas negociaciones que parecen
haber llegado a un callejón sin salida.
La fragmentación,
como su nombre indica, es una técnica que consiste en analizar un problema no
en su totalidad, sino en fragmentos. Vale, esto parece demasiado sencillo como
para escribir nada sobre ello. Por favor, confía en mí y sigue leyendo.
Resulta que existen tres tipos de fragmentación, según la
dirección que sigamos. Si tiramos hacia abajo obtenemos fragmentos más pequeños
(fragmentación descendente). Si nos
movemos hacia arriba, fragmentos mayores (fragmentación
ascendente). Y si viajamos de lado, podemos obtener cualquier cosa (fragmentación lateral).
Vamos a verlo más claramente mediante un ejemplo. Fragmentaremos
un concepto simple, en este caso CABALLO.
Si ascendemos desde
el concepto CABALLO, nos encontramos con los mamíferos, posteriormente con los
vertebrados, los animales en general, y después con todos los seres vivos.
Podríamos seguir ascendiendo, para llegar a todo lo existente a una escala
cósmica.
Por el contrario, si fragmentamos CABALLO de forma descendente, tenemos las distintas razas
de caballo: árabe, purasangre, andaluz, percherón, poni, etc. Si continuamos el
descenso, llegamos a la pata de un poni, su casco, un pelo, una de sus células,
y así.
Por último, la fragmentación lateral nos puede proporcionar perros o gatos. Lateralmente también
llegamos a carros, arados, ejércitos o concursos de salto. Fustas, espuelas o
sillas de montar también son productos laterales del concepto CABALLO. La
fragmentación lateral contiene grandes dosis de subjetividad e, incluso, azar.
Y puede llevarnos tan lejos como nuestra creatividad nos permita (de hecho, es
una potente herramienta de pensamiento
lateral). Por ejemplo, observa esta secuencia:
CABALLO, vaquero, John Wayne, película, cine, palomitas,
novia, sexo.
La asociación libre y la fragmentación lateral nos han
llevado al sexo partiendo de un caballo. ¿Quién lo iba a decir? Bueno, en
realidad no es tan raro. Algunas personas siempre llegan al sexo, partan de
donde partan. O, al menos, eso les gustaría. (Esto… tal vez debiera haber dicho
nos gustaría).
Volviendo al tema, cuando fragmentamos un asunto de manera tanto
ascendente como descendente lo hacemos de forma analítica, lógica y lineal,
utilizando, preferentemente, la razón y el conocimiento, asociados por lo
general al hemisferio izquierdo de
nuestro cerebro.
Para realizar una fragmentación lateral, por el contrario,
utilizamos nuestro hemisferio derecho,
especialista en metáforas, relaciones y combinación de ideas. Es el responsable
de las intuiciones, las corazonadas y los hallazgos inesperados.
Bueno, esta es toda la teoría que necesitamos sobre la técnica psicológica denominada
FRAGMENTACIÓN. ¿Para qué diantres nos sirve todo esto cuando estamos en medio
de una negociación complicada?
Buena pregunta. Vamos con ello.
Cuando en una de tus negociaciones te encuentres en un
aparente callejón sin salida, prueba a FRAGMENTAR.
Por ejemplo, puedes realizar una fragmentación ascendente para buscar puntos en los que sin duda
estéis de acuerdo. Por ejemplo:
- Seguro que ambas partes
queréis obtener un trato rentable.
- También puedes asumir
que ninguna de las partes desea que la otra se vea perjudicada.
- Probablemente, a ambas
partes os gustaría mantener una buena relación.
- Con certeza, ambas
partes os consideráis gente razonable.
Una vez que hayas ascendido hasta encontrar uno o varios
puntos de acuerdo, desde allí debes realizar una fragmentación descendente, para aislar la dificultad principal para
cerrar el trato. Por ejemplo:
- ¿El desacuerdo se basa
en la calidad?
- ¿El desacuerdo se basa
en el color, la forma o alguna otra característica concreta del producto?
- ¿El desacuerdo se basa
en el precio? ¡BINGO!
Asumamos que se basa en el precio. Esto es muy sencillo de
asumir, porque nueve de cada diez veces es así. Ya has aislado la principal
dificultad.
Bien, ahora toca realizar una fragmentación lateral, para explorar alternativas viables que te
saquen del punto muerto:
- Puedes asumir parte de
los costes del acuerdo (como los portes o algún otro gasto).
- Puedes ofrecer algún
tipo de obsequio como contrapartida, por ejemplo un componente extra.
- Puedes ofrecer una
garantía ampliada.
- Puedes proponer una
forma de pago más cómoda.
- Puedes…
No va a resultar sencillo, por supuesto. Nadie dijo que lo
fuera. Pero la fragmentación lateral
te permitirá moverte del punto de fricción y poner en la mesa nuevas y
atractivas ideas, que minimicen el desacuerdo principal y, tal vez, logren
restarle importancia.
Lo que no veo claro es si, realizando una fragmentación
lateral desde el concepto “precio” podemos otra vez llegar a “sexo”. Bueno,
poder sí que podemos, pero en este caso no me parece una buena idea.
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