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18/5/14

QUÉ LISTO ERES, HANS.


A principios del siglo XX, en Alemania se hizo muy célebre cierto personaje llamado Hans. Este tal Hans alcanzó la fama gracias a que sabía contar. Podía realizar algunas operaciones aritméticas simples e incluso era capaz de decir la hora. Hacía tan bien este tipo de cosas que enseguida fue conocido como Clever Hans, Hans el Listo.

Hans realizaba sus exhibiciones en parques y teatros, de manera gratuita. Acudían multitudes a verle actuar y pronto su fama traspasó fronteras, convirtiéndose en una estrella internacional de la que hablaban los periódicos de todo el mundo.

Bah, no es para tanto, dirás tú. Yo también sé contar y decir la hora y fíjate, nadie iría a un teatro a ver cómo lo hago.

No, ni a verme a mí, tampoco. Pero la gente iba a ver a Clever Hans porque resulta que… Hans era un caballo.

La cosa funcionaba así: alguna persona del público lanzaba una pregunta. “¿Cuántas son ocho veces tres”?. Entonces, Hans empezaba a dar coces en el suelo: una coz, dos coces, tres coces… y así hasta llegar a la coz número  veinticuatro. Entonces se paraba y dejaba de dar coces. Respuesta correcta. ¡OHHHHH!

Salía en las revistas, como las celebritys. Pero era mucho más listo.

Las habilidades de Clever Hans causaron sensación y, por supuesto, llamaron la atención de los investigadores. De hecho, la Junta de Educación Alemana designó a un grupo de trece especialistas, denominada la Comisión Hans. Esta comisión la formaban, entre otros, el director del zoológico de Berlín, un oficial de caballería, el gerente de un circo, un importante veterinario y varios profesores. Estaba  encabezada por el psicólogo Carl Stumpf, aunque fue el ayudante de éste, Oskar Pfungst, quien realizó los más importantes descubrimientos de la citada comisión.

En principio, los comisionados estaban seguros de que se trataba de algún tipo de fraude. Sospechaban que el dueño del caballo, Wilhelm von Osten, hacía a Hans alguna clase de señal o gesto para indicarle discretamente cuando debía dejar de dar patadas. Pero no. Pronto comprobaron que el fenómeno no estaba basado en un truco de adiestramiento. Hans también respondía certeramente cuando eran los investigadores quienes hacían las preguntas, incluso estando Von Osten ausente de la sala.

Finalmente, Oskar Pfungst hizo una observación que dio con la clave del enigma. Pfungst se dio cuenta de que Hans respondía correctamente (el 96% de las veces) si la persona que hacía la pregunta conocía la respuesta. Cuando no era así y el interrogador desconocia la respuesta, el índice de aciertos de Hans bajaba drásticamente (hasta un pobre 6%).

Entonces, Pfungs comenzó a observar el comportamiento del interrogador y observó los pequeños, casi imperceptibles cambios que se producían en éste a medida que Hans se acercaba a la respuesta correcta. Ligeros cambios en la expresión del rostro y en la postura corporal, así como una especie de “tensión” creciente que se liberaba cuando el caballo llegaba por fin a la cantidad pedida.

De algún modo, Hans era capaz de detectar estas ligeras variaciones e interpretaba con acierto el momento en que debía dejar de dar coces.

Es de destacar que tanto Osten como el resto de interrogadores eran completamente inconscientes de hecho de que estaban emitiendo estas sutiles señales, denominadas reacciones ideomotoras.  Puede que Hans no supiera contar de verdad, pero desde luego era un lector corporal de primer nivel, un logro que resulta, a mi juicio, más asombroso aún.

Una belleza de animal.

Posteriormente, en experimentos de laboratorio, Pfungs se puso en el lugar del caballo, siendo él quien recibía una serie de preguntas numéricas que respondía a base de toques. Observó que el interrogador emitía señales inconscientes que le permitían dar la respuesta correcta el 90% de las veces.

Este fenómeno, mediante el cual el experimentador actúa sin proponérselo en el experimento mediante el envío de señales o mensajes inconscientes es conocido, a partir de entonces, como Efecto Clever Hans. Más información, AQUÍ (en inglés).

No se puede exagerar la importancia del efecto Clever Hans. Por ejemplo, con el fin de evitarlo, los experimentos para comprobar la eficacia de nuevos medicamentos se realizan mediante el método de Doble Ciego, donde ni los sujetos del estudio ni los investigadores saben si están en el grupo de control o en el experimental. Si el estadístico o el patólogo que comprueban los resultados a posteriori  tampoco saben la composición de los grupos, entonces el método se denomina de Triple Ciego.

¿Para qué tantas precauciones? Pues porque el bueno de Hans, en realidad, no sabía contar.

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NOTA: A través del conocimiento del efecto Clever Hans, de las reacciones ideomotoras y de un par de cosillas más, puedes fácilmente convertirte en vidente, adivino o telépata. Bueno, además tienes que tener un alto grado de cara dura y cierta propensión a cometer fraudes. Pero en todo caso es fascinante, por lo que pienso dedicar a este asunto una entrada en la que, te lo prometo, nos vamos a divertir mucho.

31/3/14

PUPILAS DELATORAS


En clase de medicina, el profesor pregunta:

  • ¿Alguien sabría decirme cuál es la parte del cuerpo humano que, en estado de excitación, puede aumentar su tamaño hasta nueve veces?
Una chica levanta la mano y responde: 

  • “Yo lo sé, profesor. Es el pene”.
  • Hummm, no, señorita. Es la pupila. Pero felicite a su novio de mi parte.

El profesor exageraba bastante. En realidad, la pupila humana tiene una capacidad de dilatación que varía en cada persona, pero rara vez lo hace más de tres veces. Si la pregunta hubiera estado bien planteada, la respuesta de la alumna no sería tan descabellada. Su novio es un chico normal, después de todo.

Pero… ¿Por qué se dilatan nuestras pupilas?

Primero vamos con la parte aburrida. Nuestras pupilas, esos circulitos negros que hay en el centro de los ojos, ejercen la misma función que un diafragma en una cámara de fotos: son las encargadas de regular la cantidad de luz que llega a la retina.

Cuando hay mucha luz ambiental (por ejemplo en el exterior en un día soleado), las pupilas se contraen. Por el contrario, en condiciones de escasa iluminación (una habitación a oscuras), se dilatan, y de este modo permiten  el paso de la mayor cantidad posible de luz. Los músculos encargados de modificar su tamaño se encuentran en el iris, la parte coloreada del ojo.

Pero eso no es lo más interesante. Resulta que las pupilas no solo pueden dilatarse como respuesta a las condiciones lumínicas, sino que también reaccionan de este modo ante determinados estímulos emocionales, tanto positivos como negativos.

Por ejemplo, ante situaciones de fuerte estrés, nuestro organismo reacciona como la evolución le ha enseñado a hacer: preparándose para el ataque o la huida y segregando grandes cantidades de adrenalina al torrente sanguíneo. Entre las muchas consecuencias de este proceso, se encuentra la dilatación de las pupilas. Y es por esto que muchos jugadores de póker ocultan sus ojos tras unas gafas oscuras.
 
Lo de ocultar las emociones tras unas gafas se nos va de las manos. 

Otro estimulo ante el que las pupilas reaccionan dilatándose es la excitación sexual.  Cuando nos encontramos frente a una persona que nos gusta, nuestras pupilas se dilatan (y puede que otros órganos también lo hagan, por lo que la chica del chiste no iba tan desencaminada). Toma nota: si las condiciones de luz no han variado y a tu acompañante se le dilatan las pupilas, eso es que le gustas. Adelante.

Lo curioso es que también se produce el efecto inverso: si a nuestro acompañante se le dilatan las pupilas, es probable que empecemos a sentir atracción sexual hacia él/ella (táchese lo que no proceda). Este proceso se produce independientemente de que seamos conscientes o no de dicha dilatación pupilar.

En la antigüedad, cortesanas y damas de compañía conocían este hecho, por lo que solían utilizar diversos productos para dilatar artificialmente sus pupilas, como infusiones de hojas de belladona. De hecho, se cree que el nombre de esta planta procede precisamente de este uso (bella donna, mujer bella). Es una planta muy tóxica, así que ni se te ocurra probar.

Y también por este motivo, con frecuencia los creativos publicitarios dilatan las pupilas de sus modelos.  Pero ellos no utilizan belladona, sino Photoshop.

¿Cuál te parece más atractiva?

¿Y en situaciones de venta o negociación? Se dice que los comerciantes chinos estaban entrenados para distinguir el interés de los clientes mediante la observación de sus pupilas. Convertirte en un sutil lector de pupilas puede serte de gran utilidad. Si se dilatan de repente, tal vez el producto que le acabas de enseñar le guste mucho.

O quizás signifique que le gustas tú. ¡Prudencia! No debes confundir una cosa con otra. Un error de interpretación en estas circunstancias puede resultar un poco incómodo.

Que no te pase como a la chica del chiste.


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23/2/14

COMO LA PALMA DE LA MANO


La importancia que nuestro cerebro concede a los gestos que hacemos en las manos no es simplemente psicológica. De hecho, tiene una base fisiológica, inscrita en la corteza cerebral. Te lo cuento en este vídeo:

                

Espero que te haya resultado interesante.

Notas:
Sobre  WILDER PENFIELD.
Sobre el  HOMÚNCULO DE PENFIELD.

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