31/3/14

PUPILAS DELATORAS


En clase de medicina, el profesor pregunta:

  • ¿Alguien sabría decirme cuál es la parte del cuerpo humano que, en estado de excitación, puede aumentar su tamaño hasta nueve veces?
Una chica levanta la mano y responde: 

  • “Yo lo sé, profesor. Es el pene”.
  • Hummm, no, señorita. Es la pupila. Pero felicite a su novio de mi parte.

El profesor exageraba bastante. En realidad, la pupila humana tiene una capacidad de dilatación que varía en cada persona, pero rara vez lo hace más de tres veces. Si la pregunta hubiera estado bien planteada, la respuesta de la alumna no sería tan descabellada. Su novio es un chico normal, después de todo.

Pero… ¿Por qué se dilatan nuestras pupilas?

Primero vamos con la parte aburrida. Nuestras pupilas, esos circulitos negros que hay en el centro de los ojos, ejercen la misma función que un diafragma en una cámara de fotos: son las encargadas de regular la cantidad de luz que llega a la retina.

Cuando hay mucha luz ambiental (por ejemplo en el exterior en un día soleado), las pupilas se contraen. Por el contrario, en condiciones de escasa iluminación (una habitación a oscuras), se dilatan, y de este modo permiten  el paso de la mayor cantidad posible de luz. Los músculos encargados de modificar su tamaño se encuentran en el iris, la parte coloreada del ojo.

Pero eso no es lo más interesante. Resulta que las pupilas no solo pueden dilatarse como respuesta a las condiciones lumínicas, sino que también reaccionan de este modo ante determinados estímulos emocionales, tanto positivos como negativos.

Por ejemplo, ante situaciones de fuerte estrés, nuestro organismo reacciona como la evolución le ha enseñado a hacer: preparándose para el ataque o la huida y segregando grandes cantidades de adrenalina al torrente sanguíneo. Entre las muchas consecuencias de este proceso, se encuentra la dilatación de las pupilas. Y es por esto que muchos jugadores de póker ocultan sus ojos tras unas gafas oscuras.
 
Lo de ocultar las emociones tras unas gafas se nos va de las manos. 

Otro estimulo ante el que las pupilas reaccionan dilatándose es la excitación sexual.  Cuando nos encontramos frente a una persona que nos gusta, nuestras pupilas se dilatan (y puede que otros órganos también lo hagan, por lo que la chica del chiste no iba tan desencaminada). Toma nota: si las condiciones de luz no han variado y a tu acompañante se le dilatan las pupilas, eso es que le gustas. Adelante.

Lo curioso es que también se produce el efecto inverso: si a nuestro acompañante se le dilatan las pupilas, es probable que empecemos a sentir atracción sexual hacia él/ella (táchese lo que no proceda). Este proceso se produce independientemente de que seamos conscientes o no de dicha dilatación pupilar.

En la antigüedad, cortesanas y damas de compañía conocían este hecho, por lo que solían utilizar diversos productos para dilatar artificialmente sus pupilas, como infusiones de hojas de belladona. De hecho, se cree que el nombre de esta planta procede precisamente de este uso (bella donna, mujer bella). Es una planta muy tóxica, así que ni se te ocurra probar.

Y también por este motivo, con frecuencia los creativos publicitarios dilatan las pupilas de sus modelos.  Pero ellos no utilizan belladona, sino Photoshop.

¿Cuál te parece más atractiva?

¿Y en situaciones de venta o negociación? Se dice que los comerciantes chinos estaban entrenados para distinguir el interés de los clientes mediante la observación de sus pupilas. Convertirte en un sutil lector de pupilas puede serte de gran utilidad. Si se dilatan de repente, tal vez el producto que le acabas de enseñar le guste mucho.

O quizás signifique que le gustas tú. ¡Prudencia! No debes confundir una cosa con otra. Un error de interpretación en estas circunstancias puede resultar un poco incómodo.

Que no te pase como a la chica del chiste.


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