Fíjate en estas fotografías,
procedentes de una campaña publicitaria que la marca Colgate realizó hace un par de años para promocionar su hilo dental
(te pido disculpas si ya la conocías):
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2 |
3 |
¿Qué es lo que más ha llamado tu
atención? Estoy bastante seguro de que se trata de los restos de comida que
tiene entre los dientes el personaje masculino de cada una de las fotos. Una
visión poco agradable, desde luego.
Ahora vuélvelas a mirar, pero
esta vez un poco más despacio. Cuenta las orejas del primer personaje. En la
segunda foto, cuenta los dedos de la mano de su acompañante y en la tercera,
observa el brazo que tiene sobre el
hombro y dime de dónde sale.
¿Te das cuenta? Un pequeño resto
de comida entre los dientes te ha distraído tanto que no has visto cosas como
una mano de seis dedos o un hombre con una sola oreja.
En términos generales, suelo ser
bastante crítico con la publicidad, pero esta campaña es simplemente genial.
Utiliza de modo muy inteligente la limitada capacidad para procesar información
que tiene el cerebro humano. Por ese motivo, un único detalle (muy llamativo,
eso sí), ciega nuestra percepción al resto de la información presentada.
En una entrada anterior (A los guapos todo se nos perdona), mencionamos de pasada el efecto halo, que
tanto benefició a J. F. Kennedy (y
perjudicó a R. Nixon) en su debate
ante las cámaras. Un rasgo positivo puede tirar hacia arriba de toda la valoración que
nuestro interlocutor hace de nosotros, de modo que detalles como, por ejemplo,
llevar un buen traje, pueden hacernos aparecer como más inteligentes de lo que
somos en realidad (menos mal).
El efecto halo es tremendamente importante para nosotros, los vendedores, por lo que pienso dedicarle más entradas en este blog. Pero, por ahora, quédate con esto: si llevas restos de comida entre los dientes, poco importa lo que cuentes a continuación. Nadie lo va a recordar.
El efecto halo es tremendamente importante para nosotros, los vendedores, por lo que pienso dedicarle más entradas en este blog. Pero, por ahora, quédate con esto: si llevas restos de comida entre los dientes, poco importa lo que cuentes a continuación. Nadie lo va a recordar.
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