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21/4/16

LA REGLA DEL TRES


El filósofo Aristóteles sostenía en su obra Poética que “los argumentos deben estar construidos dramáticamente con principio, medio y fin, de modo que sea un todo, como un ser vivo y produzca el placer que le es propio

Los profesionales de la narratividad utilizan desde hace siglos algo que se llama “la Regla del Tres”. La Regla del Tres viene a decir que toda narración (o información) que se nos suministra divida en tres partes resulta, de algún modo, más sencilla de aceptar

Ejemplos hay por doquier: para las novelas y obras de teatro se suele utilizar la estructura Planteamiento, nudo y desenlace; el guión de una película suele articularse según el denominado paradigma de Syd Field: Planteamiento, confrontación y resolución; los magos y los prestidigitadores dividen el acto de magia en Presentación, actuación y prestigio

Es como si, de algún modo, percibiéramos que una división en tres partes es correcta, cómoda y natural (vaya, he puesto tres adjetivos).

Ignoro los principios psicológicos o neurológicos en los que se basa la Regla del Tres, pero no me cabe duda que tal regla existe. Y de que podemos encontrarla por todas partes.

Así, dividimos las comidas en primer plato, segundo y postre; los regalos navideños nos los traen tres Reyes Magos; el pódium de los medallistas olímpicos tiene tres escalones, si encuentras una lámpara mágica, el genio que lleva dentro te concederá tres deseos; sincronizamos nuestras acciones al grito de “¡a la una, a las dos y a las tres!”… (cuenta los puntos suspensivos).




Un ejemplo histórico: Winston Churchill se hizo cargo del gobierno de su nación cuando esta se enfrentaba a la mayor guerra de la Historia. Es bien conocida la promesa que hizo al pueblo británico en su célebre discurso ante la Cámara de los Comunes: “sangre, sudor y lágrimas”. Su sinceridad resulta escalofriante.

Sin embargo, no fue eso lo que dijo exactamente. La cita textual es: “No tengo nada más que ofrecer salvo sangre, esfuerzo, lagrimas y sudor (blood, toil, tears and sweat)”. 

Churchill no aplicó la Regla del Tres, pero la posteridad lo hizo por él. En la memoria colectiva se ha perdido una de las palabras, seguramente porque la sucesión de tres sustantivos se recuerda mejor que la de cuatro. 

Además, tampoco me parece casual que el sustantivo perdido sea, precisamente, “esfuerzo”. Los tres restantes (“sangre, sudor y lágrimas”) conforman un claro patrón: son los fluidos humanos que la guerra hace verter en cantidades oceánicas. La palabra “Esfuerzo” rompe con esa dramática pauta, de modo que ha sido expulsada en el recuerdo popular. 

Hay algo que nos resulta familiar, correcto y confortable en el hecho de dividir la información en tres partes, de modo que utiliza esta regla narrativa para tus presentaciones. Cuando identifiques los puntos clave que debe incluir tu presentación, asegúrate de que sean tres. Si la divides en dos partes, parecerá incompleta; si lo haces en cuatro, resultará excesiva. 

Además, ya vimos que recordamos más fácilmente la información en la que es posible identificar con claridad un patrón concreto, de modo que debes ordenar adecuadamente tus puntos clave, creando un patrón. 

Aquí van algunos ejemplos: 
  • Pasado, presente y futuro. 
  • Antecedentes, situación actual y objetivos.
  • Poco importante, más importante y de máxima importancia. 
  • Y el clásico (y ya mencionado) planteamiento, nudo y desenlace, que resulta perfecto para nuestros fines. Esta estructura nos permite, de modo natural, organizar los puntos clave en un orden creciente de intensidad.

Para concluir, te invito a que busques tú también algunos ejemplos donde se aplique la regla de tres.

Vamos. Un, dos tres, responda otra vez.


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